lunes, 16 de septiembre de 2013

Coqueta. Lágrimas, canciones y muchas interrupciones.

Iniciaban los años ochenta y el ahora desaparecido cine piojoso La Villa estrenaba la película Coqueta. La paisanada que emocionada asistía, aprovechaba para entrarle duro a los tacos de suaperro que vendían en un local contiguo a las taquillas. Uno que otro pedía que se los envolvieran con su pápalo quelite y harta cebolla para echárselos adentro viendo la película. Unas ñoras más abusadas ya llevaban preparadas las tortas de chorizo que dejaban apestando toda la sala.

Un viejo panzón ni siquiera se esperaba a que apagaran la luz para pegar su chiclote debajo de la butaca. Unos chamacos escapados de la secundaria se sentaban hasta atrás, los noviecillos pedían que los dejaran en la orilla, los otros subían sus patotas en el respaldo de los de adelante.

Se apagaban las luces y comenzaban los cortos. Primero el reestreno como por milésima vez de Por mis Pistolas con Cantinflas, luego Ok, Mister Pancho con la India María y para terminar un bodrio de Sasha Montenegro sin ropa que sacaba de onda por no ser para los chamacos. Luego de pasar la vergüenza empezaba la película.

Pedrito Fernández es el primero en salir. Ya no es el mocoso que andaba con la escuincla de la mochila azul. Pedrito ya ronda los quince añejos. Como es un burro en la escuela, le paga a su profesor para que le dé unas clases particulares. Pedrito conoce a la hermana menor del maestro, la chula Lucerito y dice ¡De aquí soy! (mientras la muchachada en el cine exclama ¡Iuuuuuuu!)

Pedrito por querer impresionar a la chica teletón (o sea Lucerito) hace tontería y media como caerse de la bici o chocar un carro; para su buena suerte tiene unos papás super alcahuetes. El público asistente comienza a murmurar ¿A qué hora canta Pedrito? Mamá ya quiero que cante la de Coqueta ¡Shhhh! Cállense y dejen ver la película, ¿Pos qué ves la película con las orejas güey?

Como si los hubiera escuchado, el chamaco Fernández se avienta con su voz chillona - la cual no le ha cambiado mucho - la rola de Ojos grandes con los coros espantosos de sus cuatachos. Y ya entrado en gastos se avienta otra cancioncita pero con sus amigos haciendo la finta de que tocan instrumentos, escena que recuerda los playbacks chafas del programa Siempre es lo mismo. Ya que el guión no da para más, Lucerito pide el micrófono para echarse también unos gorgoritos.

En el cine piojoso la gente no deja de estar cuchicheando, Mire mamá ahí es donde quiero ir, ¿Dónde es eso mija? Se llama Reino Aventura má ¡Oh que la chin...dejen escuchar a Lucerito! ¡Aquí huele a chorizo! 

Llega el cumple de Lucerito y la banda de Pedrito ameniza con una música que parece sacada de una película pornográfica de tres pesos ¡Y por fin! Llega el momento por el que todos pagaron el boleto ¡Pedrito canta Coqueta!

Los chamacos de la fila de enfrente levantan las manos y cantan al unísono "Coqueta, te digo cuando vas en bicicleta, cuando subes la banqueta, cuando te veo bailaaaar". Aplausos y más aplausos. Pero ¡Zas! Con la emoción la anfitriona se desmaya, la llevan con el doctor SIMI y les dan la mala noticia de que pronto va a pelar gallo.

Las señoras lloran. Unas por la desgracia y otras por la cebolla de los tacos de suaperro ¿Por qué será que las producciones mexicanas siempre tienen que terminar en tragedia? ¿Por qué no pueden ser felices para siempre como en los churros gringos? A fuerzas hay que sufrir, sino no sabe.

Pedrito le lleva serenata por última vez a Linda Blair, perdón a Lucerito que vaya a usted a saber que enfermedad tiene porque parece la niña de El exorcista.

Sigue el parloteo en la sala ¿A poco si se va a morir Lucerito? Oh pues deja ver qué pasa mija ¡No le hagan! ¡Que se quede con Pedrito! ¿Ya no va a cantar otra vez Coqueta? ¡Shhhh, dejen oír!

Ni maíz paloma, Lucerito pasa a mejor vida. Pedrito se queda solo y lo último que se escucha en el cine antes de que prendan la luz es ...Nomás me trajiste a sufrir ¿Ya no quedan tacos?