domingo, 27 de octubre de 2013

Colmillos: El hombre lobo ( o Un lobo mexicano en el hipódromo)

El najayote Cristóbal (Miguel Ángel Rodríguez) despierta sobresaltado después de tener una pesadilla en la que va corriendo encuerado por unas catacumbas. El susodicho es un entrenador  de caballos en el Hipódromo, quien se lamenta estar jodidón y salado. Cansado de sufrir las humillaciones del prepotente ricachón Román (José Elías Moreno), se la pasa haciendo entripados. Una noche que le anda dando su respectivo mantenimiento a los cuacos, se le aparece una mujer misteriosa (Juieta Rosen). Con cara de Guat Japen la sigue hasta unas catacumbas como las del sueño. Ahí encuentra una estatua con 7 gemas que según le van dar mucho poder. Acto seguido, despierta todo sudado y sorprendido ve la estatua en su buró ¡Ay nanita! 

Cristóbal va vendiendo las piedras una por una pero ¿Qué le pasara al muchachón que cada vez que se deshace de una de ellas le da por perseguir a las ratas y comer carne cruda? ¿Se sentirá gato? ¿Será fanático de la carne tartara? Nada tonto, se guarda la joya más cara para regalarsela a la bella Susana (Olivia Collins), novia de Román. Ella a cambio le suelta el "tesorito".

Una noche de luna llena, después de un día de vendimias en que regresa con unos fajotes de dolarucos en los bolsillos, Cristóbal siente como retortijones en la panza (yo digo que la culpa es de la carne cruda). Por fín, después de esperar casi cuarenta minutos, pasa algo interesante. El protagonista se transforma en lobo y los efectos para ser una producción noventera de 3 pesos no lucen tan mal, de hecho parecen de 5. La criatura infernal a la primera persona que destripa es a una clienta que se atrevió a pedirle fiado.

Román sabedor de que las autoridades del gobierno del defectuoso pagan lo que sea con tal de que otro les resuelva la bronca, se apunta para matar al lobo, coyote, perro rabioso o lo que sea por la módica cantidad de cinco mil dólares. Por la noche, Cristóbal convertido en lobo se da un festín saboreandose los cachetes de un cazador, los huesitos de una mujer bastante tontuela  y los pellejos de un rucailo. Ya para el postre deja un hueco para tragarse al buen Román. En ese momento me di cuenta de que el director René Cardona III, no solo es un pésimo realizador sino que en su vida nunca ha visto un programa de animal planet. Se supone que el lobo tiene unas garras gigantescas y de un manotazo lo lógico es que le arranque la cabeza a cualquiera, pero aquí da unos arañazos como de vieja chimiscolera que sacan sangre pero no aplacan al tipo que se la pasa gritando.

Ya para la escena final, el peludo Cristóbal le perdona la vida a Susana y se desquita matando a la mujer misteriosa de la caverna. Luego busca un lugar para estirar la pata y así termina la maldición.

FIN

Atrás de mi en el Piojo cinema solo escucho la voz de un jovenazo que le dice a su novia ¡Chale! ¡Que mal pex!, ¿Qué mal que se haya muerto?, ¡No! Que mal pex haber pagado para ver esto.

Santo vs el espectro del estrangulador

Llego tarde al piojo cinema y el respetable me grita hasta de que me voy a morir cuando cruzo por enfrente de la pantalla. Como la película ya está empezada y no me molesté en ver la marquesina, ahora tengo que adivinar de qué churro se trata. Da lo mismo. En este cine siempre programan joyas del humor involuntario.

El luchador conocido como Chiquilín fabrica con sus manotas unas máscaras que ya las quisiera Tom Cruise (Tomás Cruz en español) para usarlas en Misión imposible. Mientras tanto, su patrón que ya adiviné es el malora de la película toca el órgano -sin albur- cual si fuera el fantasma de la ópera con atuendo incluido.

En dos minutos ya entendí de qué va la cosa. El maloso es un tipo que después de quedar desfigurado ahora se dedica a matar a pechochas cantantes disfrazado de quién se le antoje. El guionista debería demandar a Sam Raimi por fusilarse lo de las máscaras en Darkman.

¡Orale! ¡Ya me emocioné hasta las lágrimas! En una escena suena un teléfono en una especie de Baticueva tercermundista y el que contesta es ...¡Santo el enmascarado de plata! ¡Esto se va a poner bueno!

La llamada es para ponerle una trampa al luchador, que acude a una dirección en donde el Chiquilin le da una calentada. La guamiza solo era una advertencia para que no ande de metiche ayudando a la policía.

Santo que es bien machín se repone de volada y como alma que lleva el diablo se va corriendo al teatro para alcanzar a ver el numero musical de Alberto Vázquez. Sobra decir que la coreografía y los arreglos están chafisimas. Pero antes, tiene que chutarse el monólogo del jefe de policía quien afirma que el caso es tan diabólico que no lo podría resolver ni Sherlock Holmes ¡Pues claro que no! ¿Dónde creen que el británico se va aventar unas llaves como las del Santiux?

Alberto Vázquez emulando a Chente Fernández no deja de cantar y ya se fueron quince minutos en puras rolas. De una vez que se aviente El pecador, en fin que ya a todo mundo se le olvidó de qué trata la película. Se despachan a una cantantilla que desentonaba gacho. Mientras tanto, Santo hace gala de sus dotes luchísticos, aplicando tremendas tijeras voladoras en el ring. Todos gritamos en el cine ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!

El plateado le comenta al jefe de la polícía que tres asuntos lo tienen muy preocupado:

1) El caso del estrangulador
2) Que le vayan a quitar la máscara en su próxima pelea
3) Y que le caiga el casero para cobrarle la renta

En un panteón con lápidas de cartón, Santo y Chiquilín se dan de catorrazos. Tras conseguir dormir al enmascarado, los malosos lo meten en una caja de madera cerrada con clavos y se supone que enterrada tres metros bajo tierra ¿Cómo le va a hacer Santo para escapar? Muy fácil. En esa caja donde apenas cabe, consigue ponerse boca abajo y con las nachas empuja la tapa y la abre ¡Con todo y que estaba clavada! (Buen tip para Jennifer López por si un día la entierran viva).

El jefe de policía no se mide con sus comentarios, le ha dicho a Laura, una de las cantantes, que los ayude como conejillo de indias para atrapar al asesino poniéndose de pechito para que la mate. Total, si fracasa en su intento de capturarlo él promete renunciar, jajaja ¿Qué más da si ya va estar muerta?

Otros diez minutos de canciones insulsas. El estrangulador que es muy respetuoso espera que Laura termine su numero para atacar pero la méndiga canción es interminable. El muy bruto falla en su intento por dejarle caer un candelabro. Suplantando al jefe de la policía, cosa que no es muy complicada porque basta hacerse el menso, el estrangulador secuestra al vástago del Santo. El paladín justiciero llega a la guarida del malandro, lo chamusca y obvio salva al escuincle.

FIN

sábado, 26 de octubre de 2013

Invasión Siniestra en el ciniestro.

¡Orale! En la marquesina del Piojo Cinema anuncian Invasión siniestra, una película de Boris Karloff, el actor que obtuvo fama internacional interpretando al monstruo de Frankenstein ¡Ah caray! Pero no es una película de Universal. Ni siquiera es una "movie" gringa, es un bodrio molero made in México. 

Empiezan los créditos y la gente piensa que se equivocó de sala cuando aparece el nombre de Enrique Guzmán, el ídolo rocanrolero de la chaviza fresa setentera, pero da la casualidad que Enruco efectivamente es el muchacho chicho de la película gacha. 

Pues resulta que en un país europeo, una especie de Jack el destripador le anda dando cuello a muchachonas de moral distraída. Pero aquí  viene lo mero bueno, al más puro estilo de Ed Wood, aparece venida del espacio una nave. De ella sale un güerejo que se presume es un extraterrestre. Cómo que se me hace conocido ¡Ay güe...roooo! Pues si es Sergio Kleiner, el "primerísimo actor". Al ser testigo de cómo el asesino le rebana el cuello a sus víctimas, el marciano tiene la formidable idea de usarlo como achichincle. La idea aparte de ser bastante chafona ("cutre" dirían los españoles) carece de originalidad porque eso lo hemos visto en una infinidad de películas del Santo y otros luchadores.

Mientras tanto, el profe John Mayer (Karloff ya muy vetarro) exhibe ante un grupo de militares una máquina llena de foquitos bien paike que lanza un rayo laser, quesque un invento para ayudar a la humanidad pero los fulanos le dicen al doctor que estaría mejor usarla para andar de guerrosos. 

El destripador va a ver al profe Mayer con una cajita que contiene una especie de ente fantasmal,  el cual posee al viejillo. El Dr. Rosten (Quique Guzmán) anda de querendón con la sobrina del vetarro y se ve que se le cuecen la habas por cantarle esa que dice Acompáñame que tu amor es mi canción. La asistente deforme del profe le muestra a Rosten unas fórmulas bien pachecas que escribió el viejo y Rosten se avienta una frase de antología "Es una fórmula que habla sobre la energía pero esos signos extraños nunca los había visto" ¿O sea entonces cómo fregados les entendió?

La historia se enreda a un grado que ya no tiene pies ni cabeza. EL extraterrestre que se metió en el profe Mayer se la pasa quejándose de tener un cuerpo achacoso. El destripador sigue matando a chavalas de generoso escote y los aldeanos se preguntan si las muertitas que han encontrado fueron atacadas por un loco peligroso o por unos perros de Iztapalapa.

El Dr. Roster le sacatea a aceptar las insinuaciones cachondas de la ñora deforme que va a buscar consuelo en los brazos del destripador, quien por cierto está más feo que un chicle pisado. El tarugo en vez de darle cariño a la mujer que tiene cuerpo de tentación pero cara de arrepentimiento, la mata. Boris Karloff también ruega que ya se lo despachen para terminar de filmar tan asquerosa cinta.

Roster llega justo a tiempo para evitar que el destripador le tuerza el pescuezo a la sobrina del profe Mayer. El extraterrestre abandona el cuerpo del vejete y entra en la muchacha. Roster le dice que no lo vea tan gacho y le da sus cachetadones. 

En los cinco minutos finales, exorcizan a la chica, destruyen la máquina y el extraterrestre se regresa a su cantón.

FIN