domingo, 27 de octubre de 2013

Santo vs el espectro del estrangulador

Llego tarde al piojo cinema y el respetable me grita hasta de que me voy a morir cuando cruzo por enfrente de la pantalla. Como la película ya está empezada y no me molesté en ver la marquesina, ahora tengo que adivinar de qué churro se trata. Da lo mismo. En este cine siempre programan joyas del humor involuntario.

El luchador conocido como Chiquilín fabrica con sus manotas unas máscaras que ya las quisiera Tom Cruise (Tomás Cruz en español) para usarlas en Misión imposible. Mientras tanto, su patrón que ya adiviné es el malora de la película toca el órgano -sin albur- cual si fuera el fantasma de la ópera con atuendo incluido.

En dos minutos ya entendí de qué va la cosa. El maloso es un tipo que después de quedar desfigurado ahora se dedica a matar a pechochas cantantes disfrazado de quién se le antoje. El guionista debería demandar a Sam Raimi por fusilarse lo de las máscaras en Darkman.

¡Orale! ¡Ya me emocioné hasta las lágrimas! En una escena suena un teléfono en una especie de Baticueva tercermundista y el que contesta es ...¡Santo el enmascarado de plata! ¡Esto se va a poner bueno!

La llamada es para ponerle una trampa al luchador, que acude a una dirección en donde el Chiquilin le da una calentada. La guamiza solo era una advertencia para que no ande de metiche ayudando a la policía.

Santo que es bien machín se repone de volada y como alma que lleva el diablo se va corriendo al teatro para alcanzar a ver el numero musical de Alberto Vázquez. Sobra decir que la coreografía y los arreglos están chafisimas. Pero antes, tiene que chutarse el monólogo del jefe de policía quien afirma que el caso es tan diabólico que no lo podría resolver ni Sherlock Holmes ¡Pues claro que no! ¿Dónde creen que el británico se va aventar unas llaves como las del Santiux?

Alberto Vázquez emulando a Chente Fernández no deja de cantar y ya se fueron quince minutos en puras rolas. De una vez que se aviente El pecador, en fin que ya a todo mundo se le olvidó de qué trata la película. Se despachan a una cantantilla que desentonaba gacho. Mientras tanto, Santo hace gala de sus dotes luchísticos, aplicando tremendas tijeras voladoras en el ring. Todos gritamos en el cine ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!

El plateado le comenta al jefe de la polícía que tres asuntos lo tienen muy preocupado:

1) El caso del estrangulador
2) Que le vayan a quitar la máscara en su próxima pelea
3) Y que le caiga el casero para cobrarle la renta

En un panteón con lápidas de cartón, Santo y Chiquilín se dan de catorrazos. Tras conseguir dormir al enmascarado, los malosos lo meten en una caja de madera cerrada con clavos y se supone que enterrada tres metros bajo tierra ¿Cómo le va a hacer Santo para escapar? Muy fácil. En esa caja donde apenas cabe, consigue ponerse boca abajo y con las nachas empuja la tapa y la abre ¡Con todo y que estaba clavada! (Buen tip para Jennifer López por si un día la entierran viva).

El jefe de policía no se mide con sus comentarios, le ha dicho a Laura, una de las cantantes, que los ayude como conejillo de indias para atrapar al asesino poniéndose de pechito para que la mate. Total, si fracasa en su intento de capturarlo él promete renunciar, jajaja ¿Qué más da si ya va estar muerta?

Otros diez minutos de canciones insulsas. El estrangulador que es muy respetuoso espera que Laura termine su numero para atacar pero la méndiga canción es interminable. El muy bruto falla en su intento por dejarle caer un candelabro. Suplantando al jefe de la policía, cosa que no es muy complicada porque basta hacerse el menso, el estrangulador secuestra al vástago del Santo. El paladín justiciero llega a la guarida del malandro, lo chamusca y obvio salva al escuincle.

FIN

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