domingo, 12 de mayo de 2013

Rocky: El rey de los cocolazos


Qué extraña sensación me provoca ver a mis héroes de la niñez convertidos en unos vetarros con credencial del INSEN. Saco esto a colación porque hace unas orugas me chuté otra vez ese placer culposo - o más bien penoso- llamado Rocky 4. La que parecía ser en 1985 la última parte de la saga y una de las peores pelis de Silverio (luego se superaría a él mismo con cosas aún más chafas) es la más clara muestra del cine de propaganda política que imperó en los tiempos del preciso Ronald Reagan. Era la época en que abundaba la ropa con estampados de Mickey Mouse y banderitas con las barras y las estrellas.

Pero, vayamos mejor con la Cachubi-sinopsis.

Como recordarán o si no saben, se los paso al costo, Rocky Balboa en la primera parte era un boxeador al que ya solo le faltaba rebuznar. Chaval pero ya ruco para debutar como profesional, solo desea la oportunidad de enfrentar al morenazo de fuego Apolo Creed. Al final pierde pero todo el público le reconoce haber dado pelea y aguantar hasta el último round. La gente se emociona, la cinta gana el Oscar y hasta a Stallone lo nominan a mejor actor por parecer idiota (como diría Groucho Marx  "No se dejen engañar en realidad es un idiota").

Obvio era que debido al éxito obtenido llegara la secuela, en donde Rocky se venga y gana. Ya encarrerados se estrenaría una tercera parte en la que ya hay triangulo amoroso entre el semental italiano, su ñora y Apolo, quien ya anda muy cariñoson con su ex-rival y hasta lo entrena para que se surta al Mister T.

Total, que en la cuarta parte que más bien parece una sucesión de videoclips, eso sí con uno de los mejores soundtracks que he escuchado, Rocky quien por obra y gracia del señor pareciera que entre más guamazos le dan más intelectual se vuelve, sufre la pérdida de su negrito consentido. Apolo Creed se avienta un tiro con Ivan Drago, un ruso al que para no variar ponen con cara de palo, que habla como robot y que no es capaz de hilar dos frases por si solo. Y es que para los gringos, los comunistas son insensibles y malos, pero muy requete malos, peores que la carne de puerco. Pero para que el ruso se dé un quemón, los hijos del tío Sam le preparan tremendo show antes de la pelea con bailongo de James Brown incluído. El soviético, más bien parece indio bajado del cerro a tamborazos. Después de ponerle una tranquiza al negro, que uno hasta termina agradeciendo porque Apolo es un higadazo, el casi brother de Rocky cuelga los tenis.

¡Ya se lo imaginaran! Como si fuera la muñeca fea, Balboa se la pasa llorando por los rincones (yo sospecho que si le daba sus arrimones al moreno). Ni su señora ni su hijo lo consuelan. Entonces decide chutarse unos rounds con el ruso gigantón. Y para que vean que es re machin ¡Qué qué queeeee! No se conforma con retarlo sino que además va a hacer un sacrificio que para cualquier gringo sería la muerte: Viajar a la Unión Soviética, lugar que de plano representan como si fuera el polo norte, con toda la gente vestida de militar y en el que Rocky desayuna, come y cena hielo porque como insisten en hacernos creer los gringos la cosa allá está muy jodida. 

Mientras al ruso lo entrenan como si fuera una maquina sin darle si quiera un apapacho, el querido Rocky es apoyado por su ñora y por el cuñado mantenido, para que el respetable público vea que la familia imperialista si sabe querer, no como los comunistas que son bien ojaldras. Incluso el mentado Paulie, el cuñado que ya mencioné, antes de que suba al ring le dice "Ay que tu eres mi ídolo, que yo quisiera ser como tú, que deja que te dé tu beso, bla, bla, bla.." ¿Pues cómo no? Si desde la primera parte el bolsón le gorrea todo!

Los pobrecitos soviéticos a falta de un escenario como Las Vegas, se las arreglan para montar un ring en una choza digna de un evento de esos que hacen acá en la alameda. Ahí como es de esperarse, la gente abuchea a Rocky, le gritan ¡La turca que la mía es rusa! y le avientan agua de riñón. Pero, el fortachón se faja su calzón de estrellas y no se achicopala. Ivan Drago dice ¡Quiubooo! Aquí nomas mis chicharrones truenan! Y empiezan los catorrazos.

No se necesita ser un experto en boxeo para darse cuenta de que ambos son malísimos pero aguantadores, sueltan golpes a lo loco y ni de milagro meten las manos para taparse. Como si fueran paleros de partido político, los asistentes empiezan a corear el nombre de Rocky. 

Según habían dicho al principio, que el ruso daba puñetazos de 800 kilos pero al Silverio le hacen lo que el viento a Juárez. Se cae y se levanta como si nada. Brinca y le da sus cocolazos al güerejo que le saca como 50 centímetros (sin albur). Lo deja en calidad de bulto y cuando uno cree que por fin va a terminar el bodrio con la imagen del héroe cubierto con la banderola de los USA... ¡Zas! Viene lo peor de todo. Balboa se anima a dar un discurso moralista más chafa que los de Cantinflas en su época más decadente. Gorbachov se emociona y llora. Los rusos terminan adorando a Rocky y todos felices y contentos. FIN.

Y yo me pregunto ¿Para cuándo pelea Rocky con Paquiao?

1 comentario:

  1. Bastante quemado está Paquiao como pa que mi Rocky se lo madree, ja ja ja. :P
    Ay Flaco, cómo me gustan tus escritos, jaja. Leo y río, ja ja.

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